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Rubén, Dubái y un viaje que valió la pena

Rubén Batres no quería viajar a Dubái. Ante la falta de confirmación de que iba a ganar el premio al mejor gol del año de fútbol playa, se rehusaba a cruzar el charco.

Y no era porque iba a ser su primera vez al otro lado del mundo, ya que por lo menos en tres ocasiones ha realizado viajes similares (Tahití, China y Qatar); simplemente no quería viajar.

Quien lo convenció fue el técnico de la selección de fútbol playa, Rudis Gallo. Y es que el profe es como un papá para los cangrejitos playeros. Lo que Gallo dice, se hace.

-“Tenés que aprovechar esta oportunidad”, le recalcó el DT a Rubén.
-“¿Y si no gano?”, contestó el pívot se la Selecta playera.
-“Vas a ganar”, le dijo, convencido, el profe Rudis.

Dicho y hecho. Rubén aceptó viajar a Dubái para representar a El Salvador en la Gala Beach Soccer Stars, organizada por Beach Soccer Worldwide, el ente rector del fútbol playa a nivel mundial y que es avalado por la FIFA.
Y es que El Salvador no solo estaba nominado al premio mejor gol del año, gracias al tanto que “el Cañón” le marcó a México en la final del evento World Beach Games Qualifier El Salvador 2019, realizado en agosto pasado, en el anfiteatro de CIFCO, y organizado y financiado por el Instituto Nacional de los Deportes (INDES). Ese mismo eliminatorio figuró entre los tres candidatos al mejor evento del año, lo mismo que Exon Perdomo, nominado a mejor jugador del año, y el mismo Rudis Gallo, nominado a mejor DT del año.

Batres accedió a entregarle su pasaporte a Gallo y Gallo lo cedió a INDES para completar la logística que permitiría llevar a Rubén hasta uno de los Emiratos Árabes Unidos en un viaje exprés. Y exprés fue también la logística que se montó alrededor de esta misión.

Vistiendo a Rubén

“¿Y cómo hay que ir vestido?” fue la primera pregunta de fuego. Oriundo de la isla La Pirraya, Usulután, y pescador prácticamente desde que llegó a este mundo, Rubén nunca había usado traje sastre. Pero el código de vestimenta de la gala obligaba a portar saco y pantalón formal.

En la isla, para su diario vivir y trabajar, Rubén no usa zapatos. Unas sandalias, una calzoneta deportiva y una camiseta bastan para realizar sus labores de pesca. Y cuando juega por la selección de fútbol playa, tampoco usa zapatos. De igual forma, cuando ha tenido que viajar a representar al país en eventos deportivos, usa ropa deportiva y prefiere subirse a los aviones en sandalias o chancletas. Esa es la forma en que “Caballo”, como lo han bautizado sus compañeros en la Selecta playera, cuida sus pies, mismos que lo han convertido en un referente en el equipo y ante los ojos de la afición por la fuerza con la cual golpea el balón sobre la arena.

Pero, más allá de convertirse en una rara experiencia, Rubén se tomó a bien usar ropa formal. Cuando se talló la camisa blanca manga larga, el traje sastre y los zapatos de lustrar, parecía ser que todo estaba hecho a su medida. “Parezco modelo, tomame una foto”, fue su reacción, entre risas, y frente al espejo, observando una cara, hasta ese momento, inédita. “Hubiera sido modelo”, repitió Batres y otra carcajada salió de su boca.

Y lo de modelo no es descabellado. Con sus 1.80 metros de estatura, “el Cañón” no pasa desapercibido. Es más, él es uno de los que eleva el promedio de altura en la Selecta playera. Y ese privilegio físico es el que le ha permitido sacar adelante a su familia gracias al oficio aprendido desde pequeño: la pesca.

“En la isla pescamos de todo. Y así como hay días buenos, también hay días muy malos, donde solo sacamos deudas”, cuenta el pívot de la Selecta playera. “Ahora yo ya tengo una lancha propia, y con el incentivo deportivo que nos da INDES, la cosa ha mejorado. Es una bendición esa ayuda que Yamil Bukele prometió y que ha sido puntual en entregar desde que es presidente ad honórem de INDES”, enfatiza el jugador.

Inicia la travesía

Al iniciar el viaje hacia Dubái, Rubén se mostró como un tipo de pocas palabras. Sin embargo, en las 17 horas que duró el viaje entre Los Ángeles y Dubái, y ante la imposibilidad de dormir más de una hora seguida, tomó confianza y contó algunas cosas de su vivir.

“Mi vida no ha sido fácil. Nunca ha sido fácil. Me costó mucho llegar a la selección”, enfatiza Rubén, quien a sus 28 años es hoy uno de los veteranos del equipo, al lado de Agustín Ruiz, Frank Velázquez y Eliodoro Portillo.

Sabedor de que es uno de los referentes de la Selecta, asume sin complicaciones ese rol. Por eso se cuida mucho. En este viaje a Dubái, y a pesar que no tenía que jugar, limitó su alimentación a como siempre lo hace. En el avión apenas y probó la comida. Y en Dubái, prefirió irse por lo seguro y siempre en porciones pequeñas. “Por eso no engordo”, confiesa. “Aparte, hemos tenido experiencias feas por la comida en otros países. En China, por ejemplo, nos tocó a puro yogurt y bananos. La comida casi que a todos nos hizo daño. Jugábamos débiles, porque habíamos pasado el día anterior con vómitos y diarreas”, detalla.

De estrella a estrella

Cuando se le comentó a Rubén que el viernes 8 iríamos a Fujairah, el emirato en el que Yuri Rodriguez competiría en el Mundial de Fisicoculturismo, “el Cañón” no se lo pensó dos veces. “Vamos, pues. Quiero saludar y apoyar a ese man. Llevemos la bandera”, dijo de inmediato. Eso, a pesar de no haber dormido prácticamente nada luego del viaje desde El Salvador. “Yo soy igual de cholo que Yuri”, dijo Rubén, entre risas y mientras se quitaba la camiseta y emulaba las poses de un culturista físico.
De camino a Fujairah hubo tiempo para sacarse algunas fotografías en el desierto y con los camellos de fondo. “Pero apurémonos, no vaya a ser que lleguemos tarde a la competencia de Yuri”, repitió Rubén en un par de ocasiones.

Al Campeonato del Mundo de Fisicoculturismo tocó entrar como aficionados, es decir, sentarse en las graderías. La idea era estar abajo, cerca de la tarima de competencias, pero no se pudo. Por lo menos no en un primer momento.

Las presentaciones iniciaron hora y media después de lo previsto y eso impacientó un poco a Rubén, quien también comenzó a quejarse del frío que hacía en el lugar. “Hubiera traído calcetines y la chumpa”, se lamentaba. Pero todo cambió cuando Yuri apareció en escena, junto a los otros 17 competidores de la categoría Games Classic Bodybuilding categoría +175 centímetros.

Luego de las primeras rondas de competencia, Rubén incluso se movió de lugar para tratar de acercarse lo más posible a Yuri, quien le confirmó que estaba entre los mejores seis del mundo. Y no, no se conocían … hasta ese momento.

Cuando Yuri logró el segundo lugar, logramos bajar a la pista con Rubén y gracias a William Navarro, un diseñador salvadoreño residente en Dubái desde hace 10 años y quien gustoso se apuntó para apoyar a sus compatriotas. Yuri estaba agotado, exhausto. Y todavía tenía que pasar el antidopaje. Sin embargo, logró salir un momento para saludar efusivamente a sus paisanos y sacarse unas fotos para el recuerdo con ellos.

El turno de Rubén

Al día siguiente, era el turno de Rubén. Pero el premio aún no era seguro. Beach Soccer Worldwide nunca soltó prenda y en ningún momento confirmó que el salvadoreño era el acreedor del premio al mejor gol del año. “¿Y qué vamos a hacer si no gano?”, se interrogó a sí mismo en más de una ocasión hora previas a la gala que se realizó el sábado a las 11:00 p.m., hora de Dubái.

La organización fijó la salida del hotel dos horas antes del inicio del evento. Rubén fue de los pocos que se tomó en serio lo del traje formal. Los demás optaron por algo más relajado: saco y jeans, la mayoría, y zapatillas tenis. “Tomame otra foto, pues”, pidió cuando bajamos al lobby del hotel y se juntó con el resto de nominados.

Rubén no es desconocido en el mundillo del fútbol playa. Saludó a muchos de los jugadores que compitieron en la Copa Intercontinental de Beach Soccer que se celebró por estos días en Dubái y que sirvio como preámbulo a la gala. Y uno de los que pidió sacarse fotos con el salvadoreño fue el brasileño Rodrigo, el mejor jugador de su país y que fue elegido en el equipo ideal de 2019.

La gala inició con la entrega del premio al mejor evento del año, honor que recayó en Minsk, sede de los Juegos Europeos. Y luego, tras la presentación de los candidatos al mejor gol del año, le tocó a Rubén subir al estrado a recoger su premio.

“El Cañón” estaba nervioso pero hizo de tripas, corazón y cuando fue por el premio, respondió con aplomo a la pregunta: “¿qué pensaste, qué sentiste cuando anotaste ese gol?”.

“Agradezco a Dios por este premio. Y me sentí feliz de anotar ese gol porque estábamos en casa, en mi país, y queríamos ganar esa final ante México”, fueron las palabras de Batres al recibir el elegante trofeo con el logo de Beach Soccer Worldwide bañado en dorado.

Terminada la gala, fuimos con Rubén a hacer unas fotos frente al emblemático hotel Burj Al Arab. El futbolista contempló a lo lejos la estructura de la instalación, en forma de veleta, pero estaba más feliz con el premio entre manos.

Al día siguiente llegó la hora de regresar al país. Otras 17 horas de Dubái a Los Ángeles aguardaban para “el Caballo”. Y cinco más de Los Ángeles hacia El Salvador, con escala incluida de seis horas en el país norteamericano, para arribar a tierra cuscatleca en la madrugada del lunes. “Pero valió la pena”, enfatizó el pívot de la Selecta playera.

Publicado el 11-11-2019.

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